08 septiembre 2016

Metrópolis (1927): Análisis político

Se van a cumplir 90 años de esta película que hoy en día es un clásico del cine (por supuesto, en su época también hubo algún crítico que la puso por los suelos) y como se ha escrito mucho de ella no sé si podré añadir algo nuevo. Claro, qué no se habrá escrito en 89 años como para que alguien venga ahora a aportar nada...

¿Es una película nazi o fascista? ¿Dónde se sitúa políticamente? Contaba su director, Fritz Lang, que el propio Goebbels le contó que Hitler la había disfrutado en su estreno (y en 1927 Adolfito ya estaba dedicado a su vocación de hacer el nazi por la vida). También aprovechó, Lang digo, para decir que él no estaba muy maduro en política cuando la rodó y que su moraleja le parecía infantil.

Por resumir mucho el argumento y esta moraleja, la película plantea un futuro con masas obreras alienadas por el capitalismo que caminan cabizbajos a ser explotados día tras día, mientras los capitalistas demuestran una total falta de sentimientos. Hasta que surge el amor entre "el hijo del amo" y una bella señorita. Entre medias un malvado científico que ha creado un duplicado robótico de la chica, y una especie de revolución obrera que fracasa miserablemente porque los pobres son muy tontos, pero que muy tontos, y dejados a su suerte no sabrían sobrevivir. Por suerte, el amor todo lo resuelve y ahí llega el "mensaje" y es que las manos (los obreros) y la cabeza (los burgueses) deben unirse a través del corazón.

Como ustedes sabrán el guión es de la por entonces esposa de Fritz Lang, que se unió al Partido Nazi, y a buen seguro en 1927 ya debía conocer lo que era el fascismo italiano.

Durante la Primera Guerra Mundial las naciones beligerantes pusieron toda su economía al servicio de la guerra, llegando a una especie de "economía planificada". No era socialismo marxista, desde luego, pero algunas gentes dijeron que aquello sí era una forma de socialismo (donde la alta burguesía seguía siendo tan rica como antes o más, a base del dinero del Estado). ¿Y acaso no había socialismo antes de Marx? ¿No había escrito Engels su famoso "anti-Dühring" para criticar las ideas del socialista alemán antisemita Dühring como opuestas al socialismo científico de Marx?

Pero a finales de la guerra triunfa la revolución comunista en Rusia y a punto está de triunfar en Alemania, Italia, y Hungría. En Italia aparece el ex-dirigente socialista Benito Mussolini, que tras haber trabajado para el servicio secreto británico como periodista pro-intervención de Italia en la guerra, se hace con el poder para frenar al comunismo. Y su ideología será el "fascismo", que él presenta como el socialismo bueno y amigo de la burguesía y el clero.

En contra de la lucha de clases que define el marxismo, el fascismo propone la colaboración entre clases. Es decir, que nada de molestar a los señores empresarios con huelgas y sindicatos, que el Estado se encargará de que traten bien a los obreros. Unir las manos y la cabeza para servir todos juntos a la Patria. Vamos, un mensaje muy parecido al de Metrópolis.

Pero ustedes dirán que ese rechazo a la lucha de clases no es sólo propio del fascismo, ahí tenemos a la mayoría de partidos socialdemócratas hablando de "paz social" y montando negociaciones entre "los agentes sociales" al más puro estilo corporatista. Y a lo mejor han visto al jefe de la patronal siendo invitado a la fiesta de un sindicato.

Pues sí, a lo mejor no hay tantas diferencias entre la política económica del fascismo y de la socialdemocracia. O sea, al fascismo lo criticamos por otras cosas que no son la parte económica (excepto los neoliberales que aparecieron después de 1945, que sólo lo critican por la política económica).

Bueno, finalizando ya la reflexión, no creo que Metrópolis se pueda considerar "nazi" puesto que no explicita un discurso racista (aunque el científico maligno pueda parecer judío), ni habla de militarizar la sociedad y expandirse por el Este exterminando a los pueblos eslavos inferiores. Pero demuestra una oposición a la lucha de clases que la pone en consonancia tanto con el fascismo italiano como con los socialdemócratas alemanes que ordenaron asesinar a Rosa Luxemburgo, a través de una moraleja infantil y un retrato de la clase obrera como brutos incapaces de hacer su trabajo sin capataces que les den órdenes.

No hay comentarios: