16 abril 2019

La rama dorada (23)

Queda comprobado que la hipótesis de localizar la vida de Balder en el muérdago está en armonía con los giros primitivos del pensamiento. Puede parecer una contradicción que a pesar de estar su vida en esa planta le matase un golpe de la misma, pero en los cuentos de hadas vimos que Koschei el inmortal muere por el golpe del huevo o la piedra en la que estaba externada su vida o su muerte, el mago muere cuando ponen bajo su almohada la piedra en que escondió su vida o su muerte, y al héroe tártaro se le advierte que puede ser muerto por la flecha o espada dorada en la que está depositada su alma.

El espíritu del roble depositaba su vida en un lugar seguro, el muérdago, que no está ni en el cielo ni en la tierra, a salvo de todo peligro. Hemos visto en capítulos anteriores que el hombre primitivo procura conservar la vida de sus deidades humanas situándolas entre cielo y tierra, del mismo modo que el muérdago no podía tocar el suelo sin perder sus propiedades mágicas.

Se expone una superstición similar sobre el fresno que crece sobre el ramaje de otro árbol, eficaz contra la brujería por no haberse criado en el suelo.

La idea de que el muérdago no fuese el instrumento de la muerte de Balder sino el recipiente de su vida se apoya en su analogía con una superstición escocesa, el destino de la familia Hay de Errol dependía del muérdago que crecía en un gran roble. Cuando el roble se marchitó la familia perdió sus propiedades.

¿Era la "rama dorada" el muérdago? Así lo dice también Virgilio en la Eneida. Frazer ha expuesto que el rey del bosque de Aricia personificaba al árbol en que crecía la rama dorada, quizás un roble. Por eso antes de matarle era necesario quebrar la rama dorada. Romper el muérdago, y probablemente tirárselo encima. Para completar el paralelo sólo se precisa que el rey del bosque fuera primitivamente quemado, muerto o vivo, en el festival del fuego del solsticio de verano, que se celebraba en ese bosque. El fuego perpetuo que ardía en el bosque era alimentado probablemente con madera sagrada de roble. Su reinado anual se acortaría o alargaría por la regla que le consentía vivir mientras probase con la fuerza de su brazo el derecho divino que le asistía. Pero sólo escaparía del fuego para morir por la espada.

Sostiene Frazer que en una época muy remota se efectuaban en Italia los ritos que después los romanos encontraron entre los celtas de la Galia, y que si hubiesen llegado a Noruega habrían encontrado lo mismo con pocas diferencias.

Pero el muérdago sólo es amarillo cuando está seco. Se hace la analogía con las semillas de helecho, que florecen como oro o fuego la víspera del solsticio. Las leyendas le atribuyen el poder de encontrar oro y tesoros ocultos. Por el principio de semejanza la semilla de helecho descubre oro porque ella misma es dorada, y se cita otra leyenda que dice que estas semillas son la sangre del sol. El muérdago también tiene la facultad de encontrar tesoros ocultos, y se cita una costumbre sueca de hacer varitas mágicas con él.

Siguiendo con la Eneida, Eneas llega a la laguna Estigia y el barquero se niega a admitirle en su barca. Entonces Eneas saca de su vestido la Rama Dorada, y el barquero se calma de inmediato y le admite en su barca.

Se describe a Balder como similar al sol, pero es un espíritu del roble. Podría ser que los antiguos, al sólo saber hacer fuego frotando madera, creyeran que el fuego estaba contenido dentro de la madera, como un jugo o savia. Y el árbol alcanzado por un rayo ha sido "recargado" de fuego. Parece ser que el roble es el árbol más alcanzado por el rayo en Europa. ¿No se decía que el muérdago había caído del cielo? También se le llama "escoba de rayo" en Alemania. ¿Pudieron pensar los antiguos que el rayo generaba el muérdago? ¿Nos dice el mito de Balder que el golpe de muérdago que le causó la muerte fue la caída de un rayo sobre el roble? El dios del cielo y el trueno, que lanza rayos sobre los árboles, debió ser la deidad principal de los pueblos arios desde antes que llegasen a Europa y conocieran los robles.

Todo lo dicho sobre Balder en los robledos de Escandinavia, con todas las reservas debidas en asunto tan incierto, quizá pueda aplicarse al sacerdote de Diana, el rey del bosque en Aricia. Pudo ser la encarnación de Júpiter, que bajaría de los cielos en un rayo, para morar en la Rama Dorada que crece en el roble sagrado. La diosa a quien servía y con quien se desposaba no era otra que la reina de los cielos.

¿Hay alguna conclusión, tras 800 páginas de erudición? Frazer vuelve a repasar su teoría de que el pensamiento mágico precede a la religión y conduce a ella, y que cuando la religión se revela también insuficiente se descubre la ciencia, en los tres casos intentando descubrir los secretos y leyes que gobiernan la Naturaleza. Y conjetura que quizás en un futuro otra teoría del pensamiento podría desplazar a la ciencia.

FIN

No hay comentarios: