29 junio 2019

Youtubers lumpen, mendigos del Patreon

Si en el siglo XIX Marx definía al lumpen-proletariado como aquellos desclasados que no tenían ni medios de producción (burgueses) ni fuerza de trabajo (obreros), esa masa de vagabundos, delincuentes, proxenetas, organilleros, carteristas, mendigos... Nos hacemos a la idea. En realidad Marx no les dedicó mucho estudio, sólo una mención a la utilización que Luis Bonaparte hizo de ellos en la preparación del golpe de estado de 1851.

Por lo general se entiende que el lumpen no desea el progreso de la sociedad, bien por desclasamiento, bien porque su sustento depende de que todo siga igual. Es decir, el mendigo que pide dinero a la puerta de una iglesia nunca dirá una palabra en contra de la Iglesia, nada que haga que las señoras beatas se asusten y dejen de echarle unas monedas. Aunque en su fuero interno fuese ateo o despreciara a las gentes que van al servicio religioso.

Pero ya no hay organilleros, las profesiones cambian. Ahora tenemos youtubers, periodistas digitales, activistas... Nuevos miembros del lumpen, que dependen de mecenas, que mendigan en el Patreon, que quizás presuman de ser libres para decir lo que quieran pero que ya sabemos que dirán lo que quieran los que pagan. Habrán excepciones, como siempre, pero cuando vemos que el típico youtuber famosete lo primero que piensa cuando gana dinero es en si se puede ir a vivir a Andorra para no pagar impuestos... Bueno, el youtuber es la parte más visible (el artista callejero que pide unas monedas en el metro ahora también pide likes y suscripciones), del activismo ya hemos hablado otras veces, y el periodismo normal siempre ha tenido su elevada cuota de rastreros como para extendernos en hacer sangre con los nuevos medios digitales.

Antes de Youtube y Patreon ya hubo visionarios que quisieron ganar dinero con la ciber-mendicidad. Desde el que pedía dinero yendo de cara, para unas vacaciones, hasta el que ponía fotos de un conejo y amenazaba con matarlo si no le pagaban. También estuvo la moda de vender ropa interior usada.

Bueno, para finalizar, sólo un llamamiento a llamar a las cosas por su nombre. Si está pidiendo dinero ya existe una palabra para ello.

Pero buscando por internet me encuentro esto: Cyberbegging (o sea, vamos a escribirlo en inglés para que parezca moderno).

16 junio 2019

Cine: Sombrero de copa (1935)

A menudo se dice que el cine antiguo era mejor que el moderno, que el cine en blanco y negro era de mayor calidad... Bien, es un tópico. La que nos ocupa hoy, por ejemplo, tiene y tuvo buenas críticas, pero (aunque vale la pena verla) no destacaría mucho comparada con obras actuales de su mismo género.


"Sombrero de copa", es un musical de Fred Astaire y Ginger Rogers, famosa pareja de baile. Aún diría más, no es "un" musical, es "el musical" por excelencia de esta pareja. Y si no han visto ninguna se la recomiendo. A no ser que les aburra el género, por supuesto, y no les parezca divertido ver bailar claqué a un tipo que más que humano parece un dibujo animado.

El género es "comedia screwball", según los entendidos, y se describe como una parodia o autoparodia del cine romántico que se hizo popular en la década de 1930 (por cierto, pronto ya no podemos decir "los años 30" tan alegremente como antes y creer que todo el mundo pensará que hablamos del siglo XX, porque 2020 está a la vuelta de la esquina y los años 20 dejarán de ser los del siglo pasado).

Esto de la parodia es importante, porque en la actualidad se emplea el concepto "comedia romántica" para películas que no pretenden ser una parodia. Aunque sean más ridículas que una parodia, como por ejemplo "Tú la letra y yo la música". Aquí al menos son conscientes de estar haciendo la sátira.

El personaje de Fred Astaire, como siempre, es un pijo insoportable que disfruta de la gran vida sin más esfuerzo que organizar espectáculos musicales. Bueno, sin duda sería un gran esfuerzo para los simples mortales, pero no para él. Por lo demás se desata un enredo y confusión de identidades, siempre gracias a las mayores casualidades que nunca ocurrirían en la vida real.