30 abril 2013

Millones y millones de muertos

Creo que lo que más molesta de la violencia no es el hecho de la violencia en sí misma, sino quién la ejerce y en contra de quién. Cada sociedad humana establece cuando es lícita la violencia, pero la mayoría de sus miembros no son conscientes y créen sinceramente estar en contra de la violencia cuando en el fondo aceptan una serie de casos en que debe ser usada. Cualquier pacifista puede aceptar matar en defensa propia, por ejemplo.

El pensamiento dominante dice que toda violencia es rechazable, pero tal afirmación es hipócrita y poco reflexionada. Dice que quien usa la violencia pierde la razón, pero si Galileo le hubiese partido la cara a un enviado del Papa hubiera seguido teniendo razón en que la Tierra se movía alrededor del Sol.

A veces lees que hay cosas muy malvadas que causaron millones de muertos. Luego reflexionamos y descubrimos que hay docenas de cosas que han causado millones de muertos. La muerte nos rodea.

Si la muerte está en todas partes, ¿por qué somos tan sesgados y sólo la vemos en ciertos lugares? Está claro, que interesa más señalar unas fuentes de muerte que otras. ¿Y si está en todas partes la vida es más barata y dan igual tantas muertes?

Vamos a un caso concreto. Vamos a Twitter, donde cualquier simio puede aporrear teclas. Podemos encontrar un usuario que diga odiar a los comunistas porque el comunismo ha matado a 100 millones de personas (cifra redonda y arbitraria de uso habitual). También el mismo usuario puede proponer que en base a esa malignidad del comunismo se mate a los comunistas, dando a entender que lo de matar en realidad no le parece tan mal. Es más, el mismo usuario puede tener como avatar una bandera o escudo de España, dándole igual que por la idea de España se haya matado seguramente a más gente que por la idea de comunismo.

Podemos encontrar gente que piense que el comunismo ha matado personas, pero que no se haya planteado nunca que el capitalismo haya matado a personas. Porque es el sistema dominante y la Historia la cuentan los vencedores. Las guerras cuestan dinero y dan beneficios, pero no son culpa del capital sino de la última excusa que un político ha encontrado y un periodista publicitado. Se producen alimentos para 10.000 millones de personas cuando no hay tanta gente en el mundo, pero sigue habiendo hambre porque se produce para vender y no para comer.

El capitalismo mató millones de personas en el siglo XIX a través de guerras y colonialismo, pero los malos eran los anarquistas que mataban algún político de vez en cuando. Todas las ideas políticas y económicas han causado muertos. El patriotismo o nacionalismo es, sin duda, lo que más muertes ha provocado en la Historia. Toda bandera que haya durado el tiempo suficiente tiene muertos detrás. Pero se las sigue agitando y besando como lo más sagrado.

Cualquier religión medianamente importante tiene un saldo de muertos, por activa o por pasiva. Quizás alguna como el jainismo tenga menos, o alguna secta poco importante que haya protagonizado un suicidio colectivo muy publicitado esté en la parte baja del ránking. ¿Es más asesino el que mata a 101 que el que mata a 100? En mi opinión no.

Matan las dictaduras y matan las democracias. Las dos únicas bombas atómicas lanzadas sobre población civil cayeron por orden del presidente Truman. Se mata por la libertad, se mata por la justicia, se mata por el honor, se mata por amor, hasta se mata por pena y por compasión.

¿Y adónde lleva esta reflexión? Pues no lo sé, pero de vez en cuando hay que reflexionar.

20 abril 2013

Wildcats (VIII)

Supongo que todos hemos tenido amistades o conocidos que volvemos a ver después de unos años, o no, pero otra persona en común nos cuenta qué fue de aquellas personas que ya no vemos. Casi siempre se han dedicado a seguir su tendencia, el que no ligaba sigue sin ligar, el que se endrogaba tuvo alguna movida... Con el comic de los Wildcats pasa algo parecido, los dejaste pero te preguntas qué fue de ellos. Claro, que con los comics y existiendo internet, es más fácil enterarse que con las amistades extrañadas.

Era el año 1998, y la editorial DC Comics compró el sello WildStorm.

Una de las primeras ideas fue un cross-over "WildCATs contra Aliens", así tal cual como suena, contra los Aliens de las películas, a los que confunden con Daemonitas. Se lo encargaron al guionista que llevaba otra serie de WildStorm llamada StormWatch, un tal Warren Ellis, que es un tipo curioso porque lo mismo te hace 10 números normalitos que luego te sorprende con un giro y una historia que es tan buena que ha valido la pena esperar... y luego sigue con otra historia normalita.



Ellis dijo que la idea le parecía una mierda, pero le dijeron que podría matar personajes, y entonces se animó y aprovechó para cargarse casi todo StormWatch y dejar vía libre a su secuela: The Authority.

En cuanto a los WildCATs la historia no tiene mucha importancia. Los Aliens atacan la base de StormWatch con muchas bajas, los WildCATs se teleportan allí y hacen lo que pueden.

http://www.rpgcodex.net/forums/index.php?threads/lets-read-stormwatch-finished.61959/page-8#post-1731768  (aquí puede leerse en inglés, pero los dibujos no son gran cosa, la verdad)

Lo interesante fue que la serie principal se canceló unos meses y regresó con una nueva numeración, un nuevo guionista (Scott Lobdell) y la recuperación de Travis Charest a los lápices. Y el título cambia ligeramente de WildCATs a Wildcats.

Y la historia empieza como esos grupos de amigos que ya no ves desde hace años... Cada cual siguió su camino, entre algunos de ellos hubo algún mal rollo y no se hablan.

Grifter está en Venecia. Su plan es robar una maleta de dinero a un traficante de armas llamado Noir, pero resulta que el comprador no es otro que el androide Spartan, encargado de ello por parte de Lord Emp. Todo es una trampa para recuperar unas armas Kerubinas que tiene el villano Kenyan.



Emp ya no es el que era, se ha convertido en una especie de bicho.

Maul y Vudú son ahora compañeros de piso. Grifter sigue enfadado con Emp, y en un flashback vemos que Zealot quedó abandonada en una misión y puede haber muerto. Pero no, claro, en número posteriores acabamos viendo cómo sigue viva y perseguida por las Coda.


Charest lo da todo a nivel gráfico, es impresionante, pero... Hay un problema. Charest había sido un excelente narrador en su primera etapa, y aquí el arte se traga el argumento. Según Lobdell él había hecho un guión en que se explicaba todo bien, pero Charest decidía que quería dibujar un tanque y se inventaba un par de páginas de Spartan luchando contra un tanque. Luego Lobdell tenía que arreglarlo como podía. El resultado sufre por ello; dibujos bonitos y todo muy artístico, pero una sensación extraña al leerlo.

Noir es reclutado para la causa y se enfrentan contra Kenyan en Nueva York, con una escena que incluye un coche de Fórmula 1 entrando en el metro. Y esas páginas no parecen de Charest, así que la idea tiene que ser de Lobdell. Kenyan es, al parecer, un humano alterado por un trato que hizo con Emp. Ahora ambos se odian y tratan de destruirse.

En un interludio a esta línea argumental aparece una historia suelta de Warblade en Yugoslavia, buscando venganza hasta que consigue matar a Pike. Bueno, sigue siendo un personaje poco interesante, y la cosa no mejora con los dibujos de un tal Carlos Meglia, que intenta ser como Humberto Ramos pero es mucho peor. Y ahí acaba la etapa Lobdell, en el número 7, mientras que Charest lo dejó en el 6 y se fue a Europa a dibujar comic francés con Jodorowsy, nada menos.


El número 8 arranca con nuevo equipo, guiones de Joe Casey y dibujos de Sean Phillips. Esto ya no es un comic de superhéroes, empieza a parecerse al cine negro y el espionaje, con toques de ninjas y tiroteos. A nivel gráfico siguen sin encajar los uniformes de antaño, siendo Spartan el que más lo notará porque Grifter hace tiempo que lleva ropa de calle.

La primera historia trata de poner fin al asunto de Kenyan. Emp quiere que Kenyan lo mate para ascender a un nuevo nivel de existencia (cosas de Kerubines), y que la energía liberada destruya a Kenyan al mismo tiempo. No lo conseguirá como lo tenía planeado, pero ambos acaban muertos, que es lo que cuenta.

13 abril 2013

WildCATs (VII)

Como decíamos hace un tiempo, Brandon Choi retomó la colección de los WildCATS tras la etapa Moore, comenzando con este número:


Se trata de una etapa prescindible, pero que paso a resumir por puro afán completista. Los nuevos villanos son "los Puritanos", un grupo de humanos opuestos a la influencia extraterrestre en la Tierra, que odia tanto a Kerubines como a Daemonitas por igual.

El hermano de Grifter, Max Cash con el alias de Max Profitt, se ha infiltrado entre ellos. Los Puritanos van a capturar a una Coda de cabello azul, Olimpia Atreides, pero Max la acaba salvando. Olimpia resulta ser una Daemonita, pero está con los buenos de la película.

Una villana Puritana, Gina de Medici, se lleva a Maul en su identidad humana y pensando que es sólo un científico humano, para que haga experimentos con ETs en el Area 52. Esto del Area 52 tiene su gracia, porque acaban apareciendo dos agentes del FBI basados en los Mulder y Scully de X-Files.

Lord Emp vuelve al grupo porque Void le hace olvidar lo sucedido en Khera. Olimpia y Max reclutan al Kerubin llamado Mythos, un tipo super-veloz, y a la monja Eva, que es sobrina de Emp. Los Puritanos atacan a los WildCATs en el edificio Halo...

Bueno, en resumen, que hay mucho movimiento.

El plan de los Puritanos resulta ser conseguir unas muestras de ADN de Emp para viajar al pasado, destruir las naves de Kerubines y Daemonitas, y reescribir la Historia de la Humanidad sin su influencia. Eso también sería el fin de los WildCATs, así que estos también viajan al pasado a impedir el plan. Los portales temporales se van abriendo a diferentes épocas mientras persiguen a Gina y su equipo.

Pasarán por la Primera Guerra Mundial, el Imperio Romano, conocerán a Marco Polo y vuelven a aparecer el Daemonita Hightower y Lord Entropy o Savant en esa época, luego aparecen Majestic y Helspont. La verdad es que la historieta es un batiburrillo bastante cutre, no sé qué hago comentando con tanto detalle... A nivel gráfico Matt Broome hace unos diseños muy noventeros con influencias del manga, pero poco inspirado. El argumento tiene ideas que podrían haber dado juego si las hubiera desarrollado alguien que supiera hacerlo, y si hubiera tenido más tiempo y calma.

La cosa acaba bien, por supuesto, pero muere algún personaje principal. Jim Lee dibuja parte del número 50, que es el epílogo. Vuelve Vudú, se cierran los cabos sueltos... Y en el epílogo del epílogo, con guión de Alan Moore y lápices de Travis Charest, Savant encuentra una carta de despedida de Tao.


En fin, ya sé que no valía mucho la pena, lo hice por completismo, la próxima entrega será mejor.