28 octubre 2021

James Bond de paquete

¿Es James Bond un personaje culturalmente importante? Sí, de hecho este blog ya le ha dedicado un par de artículos. Todo el mundo sabe quién es 007.

¿Tiene sentido ser fan de James Bond hoy en día? Uf. Eso es otra cosa.

En una de tantas polémicas prefabricadas en las redes, hay gente que se ofende por esta foto de la última película de James Bond, lo que nos da una nueva excusa para hablar un poco del personaje.

Al parecer hay gente que dice ser muy fans del personaje que dice que Bond jamás iría de paquete en una moto, y menos si la conduce una hembra. ¿Ridículo? Bastante. Dicen que no existe el machismo pero se ofenden si conduce una mujer. Que no son de masculinidad frágil pero un hombre de paquete es menos hombre. Que si Bond es el mejor en todo tiene que ser él quien conduzca siempre. Los boomers ofendiditos, la verdadera generación de cristal.

Perreteverte (o sea, Arturo Pérez-Reverte, que como hizo una novela protagonizada por un perrete se ganó este sobrenombre), en su desmedido afán por convertirse en parodia de sí mismo, nos muestra su colección de novelas originales de Ian Fleming y su colección de películas de Bond para erigirse en autoridad sobre el personaje y pontificar que no, que jamás ese macho se subiría de paquete a una moto porque eso haría que se le cayese el pito. Concluye que un personaje puede evolucionar, vale, pero no más allá de los límites marcados por el autor que lo creó.

Lo cual es como mínimo complicado de definir, ya que ningún autor deja por escrito esos límites, y este personaje en cuestión se ha convertido en propiedad de una empresa que hace películas. 

¿Puede casarse Bond, que es una de las cosas que le critican? Pues ya lo hizo en 1969, en su sexta película. ¿De verdad son fans y no saben eso?

El Bond de las novelas es un veterano de la Segunda Guerra Mundial, clasista y machista como corresponde a un inglés de su tiempo, que se dedica a hacer misiones porque tal vez se aburre. No tiene problemas en pegar a las mujeres, ya que está convencido (como su autor) de que a ellas les gusta. Los personajes femeninos tienen nombres de chiste, como en las pelis de Austin Powers.

En la novela "Goldfinger" conoce a una esbirra del villano, Pussy Galore, una piloto lesbiana que tiene un circo volador de lesbianas. ¿Será que una hembra heterosexual no puede pilotar aviones? Bond decide "curarla" con una "violación correctiva", y como esas cosas funcionan en la imaginación del autor, la chica se vuelve hetero y le ayudará contra los malos.

Bond, físicamente, no es un superhombre que pueda vencer a esbirros como Oddjob (el guardaespaldas coreano de Goldfinger) ni al ex-boxeador Red Grant, si no es por suerte o un arma oculta. No se puede enfrentar a grupos de enemigos por mucho karate que haya aprendido. Su única cualidad a la hora de matar gente es que tiene buena puntería con la pistola.

El Bond de Sean Connery es bastante aproximado al de las novelas, aunque ha pasado una década y es cine, así que hay ligeros cambios. Se añaden escenas de acción que no estaban en las novelas, cada vez más fantasiosas pero sin que Bond sea sobrehumano. Sólo tiene mucha suerte, sus enemigos mala puntería, y aparecen helicópteros y lanchas para que haya persecución y exploten cosas. El contacto turco de Bond no le contará, a diferencia de la novela, que secuestró a una gitana para violarla durante semanas.

A pesar de suavizarse un poco frente a las novelas este Bond no tiene problemas en forzar a Pussy Galore, dar algún sopapo a las chicas, o usarlas de escudo humano. Pero para mitigar la violencia le añade un toque de sorna y humor al personaje que no tenía en las novelas.

El Bond de George Lazenby sólo hizo una película, se casó y los malos mataron a su esposa.

El Bond de Roger Moore se distancia más de las novelas. Empieza a autoparodiarse, es más graciosillo, cuando le pegan no se despeina, si cae en una piscina está seco al poco de salir, su habilidad con el karate le permite tumbar a varios karatekas... Al público le empieza a parecer que Bond es un personaje excesivamente fantasioso y casi ridículo. Yo diría que ya evolucionó "más allá de los límites que su creador habría deseado", pero bueno...

Aparece el villano Tiburón, que puede sobrevivir a caerse de un avión en pleno vuelo, y que luego se hace amigo de Bond. Aparece también alguna espía que está a la altura de Bond, con lo que los personajes femeninos se publicitan como más modernos y capaces. Por supuesto, este es el 007 que más señoritas se cepilla por película, son los años de antes del SIDA.

En "Moonraker (1979)" veremos a Bond flotando en el espacio y disparando rayos láser a los villanos. Estaba de moda "Star Wars" y algo había que hacer. Ciencia-ficción, karate, comedia, esta saga se adaptaba a las modas.

El Bond de Timothy Dalton, por contra, sangra y le duele cuando le pegan, no hace chistes. Los fans montan en cólera porque se habían acostumbrado a la fantasía de Moore y no les gusta que Dalton sea más realista. Como vemos, llorar por el nuevo Bond no es algo nuevo.

Son los años 80 (las dos pelis de Dalton son del 87 y 89), este Bond es más violento y oscuro que el de Moore, pero su recaudación no está a la altura y la moda son los héroes de acción como Stallone y Schwarzenneger, tipos musculosos que eliminan ejércitos con armas o sin ellas. Sus proezas dejan en pañales a cualquier cosa que hayamos visto en la saga de Bond.

El género de espías se ha vuelto aburrido. A estas alturas volver a ver "Doctor No", la primera de Connery, supone caer dormido. Y Dalton no ha convencido a pesar de ser el mejor actor de la saga. El género de acción ha pasado a otra liga. En estos años Bond ya sólo puede gustar a pollaviejas que se tomaban en serio a Moore cuando eran jóvenes, o a adolescentes virginales. El resto de gente se ríe del personaje. Es una fantasía masculina, pero no para todos los hombres.

Cuando en 1994 se estrena "Mentiras arriesgadas" de Schwarzenneger, el público coincide en que Bond ha sido superado. Pero en 1995 llegará "Goldeneye".

El Bond de Pierce Brosnan es un héroe de acción contemporáneo, que trata de adaptarse a los nuevos tiempos. Ahora su jefe, M, es una mujer. Seductor, pero mucho menos machista que antes, ya no molesta a la generación a la que molestaría ver las pelis antiguas. Ni siquiera fuma, pero como no había redes sociales entonces no se montaría el pollo ni le dirían que había traicionado al personaje.

Liquida docenas de enemigos, resiste palizas, salta y trepa, todo un héroe de acción cada vez más sobrehumano. Al final consigue empatar con los héroes de su época, pero su última película resulta demasiado fantasiosa, con un coche que se hace invisble.

Por estos tiempos aparecieron las películas de Austin Powers, que parodian el género de espionaje absurdo. Lo cual se llevaba haciendo desde los años 60, la verdad, pero nadie se acuerda.

El Bond de Daniel Craig, para empezar se aleja físicamente de los anteriores. ¿No es suficiente eso para quejarse? No, porque "Casino Royale" le acabó gustando a todo el mundo y por muy purista que seas no vas a escupir hacia arriba. Este Bond hace parkour, se caga a piñas con los malos como si fuera Jason Bourne, quiere ser tan oscuro como el de Dalton y pone cara de amargado.

Pero da igual que sea rubio, que se pegue con villanos fortachones, o haga cualquier otra cosa que el Bond de las novelas no haría. Da igual que Bond ya se hubiera casado antes, o que ya en los 70 hubieran aparecido agentes femeninas tan capaces como él. Al parecer subirse de paquete en una moto, y que conduzca una mujer, que además es la agente que le ha sustituido cuando él se retiró y que por tanto está justificado que ella sea tan capaz como él, es algo que algunas cabecitas no pueden soportar.

Rayos láser sí, gente que cae de un avión y no se hace daño sí, coches invisibles sí, ser rubio sí, tener 57 años y ser el mejor karateka sí, nada de eso rompe con los límites.

Pero bueno, la verdad es que sería interesante hacer una película de Bond ambientada en los años 50, y presentarlo tan desagradable como era originalmente. A ver cómo reacciona la gente.

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