21 marzo 2012

Mentiras y gordas

Gracias a La 2 he podido ver esta película de forma totalmente legal, sin cortes publicitarios, y gratuíta. Y no sólo eso, sino amenizada después con un coloquio cine-fórum con Mario Casas y Ana de Armas. Loor y gloria a TVE, señores.


Dirán ustedes: "Lo que le haya pasado a este hombre por ver esa película, allá él, que se joda". Y no se lo discutiré, pero haré mi crítica de lo visto.

En lo personal no iba bien predispuesto porque ya odiaba a los directores Albacete & Menkes sin haber visto ninguna de sus películas, sólo por cómo las habían presentado en años anteriores. Por contra, el que parte del guión fuese de La Sinde me trae sin cuidado; incluso estoy dispuesto a pensar que lo más salvable del guión sea de ella y no del par de desgarramantas antes mencionados.

La película cumple con todos vuestros prejuicios, y se puede resumir en actores y actrices que han ganado fama en series de la tele se envuelven en un poco de sexo y dronga. No es que sea un gran argumento pero ha triunfado en taquilla. Así que debemos alegrarnos. Quiero decir, tanto criticar al cine español cuando no vende entradas, esta vez habrá que felicitarse, y películas yanquis igual de malas que arrasan en taquilla también hay muchas, ¿O no? Y algunas con vampiros. Pues prefiero que el cine español haga taquilla.

La gorda del título

Todas las actuaciones son bastante malas, en especial las de Ana Polvorosa (la de la serie Aída) que dice sus diálogos como si tuviera el papelito delante, sin interpretar, como leyendo, y trata de hacer caretos que se supone que nos tienen que hacer reir. El resto no levanta el nivel pero por lo menos no pone carusas. El tal Mario Casas es el personaje con más entidad, tiene conflicto interior porque es gay y está enamorado de su mejor amigo, mientras que otros guaperas como Hugo Silva y Maxi Iglesias apenas asoman y tampoco interpretan una mierda.

El problema de Mario Casas es que no sabe hablar. No es ya que sea mal actor, es que no sabe hablar ningún idioma humano. En cierto momento parece que dice "Me casaré con un almirante para que le den los papeles", pero claro, esa frase no tiene sentido, así que deduzco que en vez de almirante quiso decir inmigrante. No, no son mis orejas, con el resto no me pasa, sólo con este chimpancé depilado.

"¿He sido yo?"

 Ana de Armas se tira a Hugo Silva un par de veces pero se siente culpable porque su mejor amiga estaba liada con él, así que le hace un favor a la amiga y para que se cepille a otro tío les pone un éxtasis a ambos en unas copas. El resultado: una escena que hará que usted le tenga asco al sexo durante una hora o dos.

La Polvorosa mientras se acuesta con otra chica y dicen sus diálogos típicos de este tipo de película. El amiguete de Mario Casas necesita dinero y lo convence para vender pastis en la disco. Luego la cosa acaba en que intenta un trío con su amigo y una chica, en la típica habitación de estudiantes que toda discoteca tiene en el piso de arriba (o eso nos quieren hacer creer). Se desengaña del todo con su amigo y presa de la frustración se mete en el cuarto oscuro gayer que toda discoteca tiene al lado de la sala de baile (o eso nos quieren hacer creer). Allí lo petan un poco y cuando sale se dedica a comerse las pastis a toda prisa, ya bulímico.


Y en el tramo final ocurre un milagro; Mario Casas transmite un poco de emoción. En una escena a cámara lenta da pastis como un sacerdote da la hostia a sus feligreses, luego se sienta al lado de Ana y dice que estar enamorado es una mierda, y luego le da un yuyu por las pastis y se muere. Todo muy tópico, pero es el único momento de la película en que alguien consigue interpretar un poco su papel y hay que destacarlo. Una pena que el pobre no aprenda a hablar.

El coloquio... También cumpliría vuestras expectativas, con Ana de Armas hablando de lo duro que es enseñar las tetas, y que en cierto momento con su diálogo le estaba echando una bronca a su propio personaje porque no aprobaba su falta de lealtad con su amiga la cornuda.