Siguiendo con temas socio-económicos, es curioso que el odio hacia los ricos sea más bien una envidia. Alguien que odia la tortilla de patatas con cebolla no desea convertirse un día en tortilla de patatas con cebolla. Alguien que odia a los ricos pero echa la primitiva para convertirse en un rico es un envidioso.
Como la envidia es muy antipática sugiero a los que quieren ser ricos (y dejar de trabajar) que no odien a los ricos, que los amen. Con un poco de suerte conseguirán un puesto como amante o un matrimonio ventajoso. Bueno, con mucha suerte, pero ese es el camino.
En cambio, si usted piensa que de verdad odia a los ricos sin asomo de envidia, debería pensar en un futuro sin ricos, en el que todo el mundo trabaje. Quizás con jornadas laborales de 4 horas, pero que no se librase nadie. Una sociedad sin clases y sin explotación. Una sociedad sin loterías, porque no serían necesarias. ¿Una utopía? ¿Más utópico que creer que te puede tocar la lotería?
08 febrero 2014
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2 comentarios:
Un análisis sencillo que no simple que va a la línea de flotación de más de uno... Enhorabuena...
Bueno, hago lo que puedo, de todos modos más que pontificar pretendía decir que las personas a veces tenemos pequeñas contradicciones.
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