Tipos de sacramento animal
Ahora estamos en condiciones de entender la ambigua conducta de los ainus hacia el oso (lo adoran, pero lo matan), pues el salvaje no ha trazado una línea divisoria entre humanos y animales tan fuerte como la del hombre moderno. Muchos animales le parecen sus iguales, incluso en inteligencia, y si se ven obligados a quitarles la vida tratan de hacerlo con el menor sufrimiento posible tanto para el animal vivo como para su espíritu. Y para el resto de animales de su especie, que podrían tomarse venganza.
Para expiar el mal que ha causado el salvaje puede recurrir a mostrar deferencia a algunos individuos de una especie, y cree así poder matar impunemente a otros a los que pueda atrapar. Esto explica la actitud contradictoria del ainu hacia el oso, porque el oso es inteligente y poderoso.
Hay dos tipos opuestos de culto a los animales, pueden ser adorados y nunca se les mata ni les come, o pueden ser adorados a causa de que se les mata y se les come habitualmente. O no se come al animal porque se le reverencia, o se le reverencia porque se come. El mismo pueblo puede practicar ambos cultos con especies distintas.
Procesiones con animales sagrados
El animal puede ser paseado de casa en casa para compartir su influencia divina antes de matarle. Se describe un rito del Punjab sobre una serpiente de pasta a la que cada familia va dando un puñado de harina u otra ofrenda, y un rito europeo sobre la "caza del reyezuelo".
El pájaro llamado reyezuelo se supone que da mala suerte si se le mata, sin embargo en algunas zonas de Inglaterra y Francia el 24 de diciembre tras los rezos se marchaba a la caza del reyezuelo. Se ataba su cuerpo en el extremo de una vara larga con las alas extendidas, y se le llevaba en procesión cantando. Se relatan varios rituales al respecto, y se relacionan con la procesión de la serpiente.
La transferencia del mal
Tras investigar la práctica de matar un dios en culturas cazadoras, pastorales, y agrícolas, nos adentramos en los casos en los que los pecados de la tribu se cargan sobre el dios agonizante, que se supone se los llevará consigo dejando a las gentes inocentes y felices.
La noción de que podemos transferir culpas y dolores a otros seres es familiar a la mente del salvaje. Es una confusión obvia entre lo físico y lo mental.
El mal puede transferirse a persona, animal, u objeto, aunque en este último caso el objeto suele ser tan sólo el vehículo que lo transfiere a la primera persona que lo toca. Se dan ejemplos varios. Siguen otros ejemplos con animales, como transferir una enfermedad a una cabra y abandonarla en el desierto, o los pecados de un difunto sobre un búfalo.
Sobre la transferencia a otras personas se cita un rito cingalés con un "bailarín diabólico", el cual conjura los demonios de la enfermedad para que abandonen un cuerpo y entren en el suyo. Tras ello se hace el muerto y se le saca del poblado. Pronto vuelve a la vida y regresa para reclamar su paga. En 1590 se condenó a una bruja escocesa por haber curado a un hombre tomando sobre ella la enfermedad, y porque no se la pudo traspasar a un animal sino que acabó afectando a otro hombre, mientras que el primer paciente quedó sano. Siguen ejemplos de la India y Uganda, antes de regresar a Europa...
Una cura romana para la fiebre era recortar las uñas del paciente y pegarlas con cera en la puerta del vecino antes de la aurora. Se cita la cura de verrugas tocándolas con una piedra y dejándola luego para que otra persona la recoja, y con ella las verrugas. Siguen ejemplos con animales, y luego sobre plantas. Una cura búlgara para la fiebre es correr tres vueltas alrededor de un sauce al amanecer, y en Sonneberg para librarse de la gota atan un nudo en la rama de un abeto.
08 noviembre 2015
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