29 noviembre 2012

Trabajar de comercial 3


Se cumplen 10 años desde que se me ocurrió intentar el trabajo de comercial "a puerta fría", y si ya era complicado entonces ahora debe de ser mucho peor. Finales de 2002, en la "España va bien", cuando visto desde hoy parecía que se ataban perros con longanizas...

En realidad no iba tan bien. La entrada en el euro había empobrecido a la gente y se estaba notando, acabar una carrera no te garantizaba un empleo, entrar en un comercio para vender algo era un "NO" seguro porque estaban ahogados... Pero los comerciales de telefonía prometían un ahorro en la factura. Los de Uni2 demostrábamos un 40% de ahorro, pero luego llegaba el de Auna prometiendo "Usted va a pagar la mitad" y nos robaba la venta. (Por cierto, que lo de Auna era falso)

Para vender teníamos que usar "Los cinco impulsos" : Avidez (mira que precios tenemos y el dinero que vas a ahorrar), Miedo a perder la ocasión (mañana no estoy), Sensación de urgencia (firmamos ahora), Factor oveja (pues el de la tienda de al lado se lo ha hecho), Indiferencia (pues me voy ya)... Toda una lección de psicología de la venta directa.

La gente normal no nadaba en la abundancia, y este trabajo era una mierda. Pero permitía conocer todo tipo de personajes. Había más de uno que daría para personaje de novela.

El uruguayo me contó que una semana antes de emigrar a España le habían atracado en Montevideo. Le pusieron una pistola en el pecho, con tanta fuerza que le dejaron un moratón. El ladrón huyó y este salió directo a buscarse una pistola para ajustarle las cuentas, pero al final no pasó nada, lo cual visto después había sido lo mejor para todos... Tras contarme esto vi que teníamos una forma de ver la vida muy parecida, y le expliqué que en España lo normal es que un atracador no tenga pistola; Puede tener una navaja pero prefieren no sacarla porque eso agrava el delito. Le conté que me habían intentado atracar más de 20 veces antes de cumplir los 18 años y que nunca me habían quitado ni una moneda, lo que me había valido bastantes peleas en las que casi siempre me llevaba la peor parte. Claro, que nunca me habían apuntado con una pistola. Pero bueno, una de sus frases era que en algunos países primero te roba la policía y luego si queda algo se lo lleva un ladrón.

Con el tiempo me fue contando sus aventuras. Decía que había llegado a estar muy fuerte, pero tuvo un accidente de moto con meses de hospital y perdió musculatura. Un amigo suyo pesaba 120 kilos, estaba como Schwarzenneger, y era un animal con el kickboxing, pero se fue a Brasil para participar en un torneo de valetudo y le dieron una paliza. En una ocasión ambos se pelearon, porque el amigo iba borracho y le dijo a una niña que su madre era una puta, lo cual era cierto pero no debería haberlo dicho, y se liaron a golpes en medio de un bar.

Recuerdo que cuando hablábamos de peleas otro compañero decía que le dolía sólo de escucharnos.

Entre los varios oficios que había desempeñado antes de ser comercial había sido vendedor ambulante de mercadillo (insistía en que su padre había inventado lo de poner precios acabados en 9), stripper, prostituto (pero sólo con mujeres), portero de discoteca, traficante de marihuana, y traficante de productos dopantes para ciclados de gimnasio que compraba en Brasil y llevaba a Uruguay. Había consumido cocaína con regularidad, pero decía que lo dejó de golpe con sólo proponérselo. Ahora estaba casado.

Le desagradaba el racismo, sobre todo la forma en que se trata a los ecuatorianos, que eran las personas más nobles y trabajadoras que había conocido, y aquí se les hablaba como si fueran idiotas.

En pocos días se convirtió en uno de los mejores vendedores y llegaron a darle una oficina, pero yo ya me había ido. No sé si realmente llegó a ganar tanto dinero como se nos prometía que ganaban los directores de oficina. Sólo sé que se lo dejó y montó una inmobiliaria. Ah, qué tiempos aquellos, todas las calles llenas de inmobiliarias...

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