Barry, evolucionado con los años a un estilo pre-rafaelista, hizo historias de bárbaros con un aire romántico (me refiero al estilo del siglo XIX, no a la novela rosa) y a priori no tiene nada que ver con lo que se espera en el género de super-héroes con pijamas ajustados y bañadores. Pero también era el autor de Arma-X, el comic que contaba el origen del esqueleto de Lobezno.
Es uno de los grandes, pero no encajaba en los WildCATs porque en sus manos los uniformes parecen pijamas. Por el cross-over circulan varios dibujantes, con un cada vez mejor Travis Charest entre ellos. Y aparecen otros super-grupos tales como Gen-13, adolescentes hormonados con poderes, donde descubriremos el arte de Jeffrey Scott Campbell, que de inmediato alcanza la fama por sus chicas:
Quizás algún día volvamos a hablar de Gen-13... Mientras, los WildCATs hacen un trato con el daemonita Hightower para hacerse con las llaves y permitirle abandonar la Tierra, antes de que Lord Defile se haga con ellas y utilice la nave para conquistar el planeta. Grifter no está de acuerdo con esta decisión y discute con Lord Emp (Marlowe), quien le dice que se calle si no quiere salir rebotado del equipo...
Y Grifter le arrea un soplamocos que lo tira al suelo. Es más, le llama enano, y abandona el grupo. Y les dice cosas feas a todos; él es el único humano del grupo, el resto son tan extraterrestres como los daemonitas, o mestizos, o un robot.
Bueno, no es la primera vez que un super-héroe abandona un grupo y luego vuelve... Pero en realidad, y no creo que lo supieran ni Robinson ni Lee en ese momento, el grupo no volverá a ser el mismo ya. El reparto original había durado 20 números. Y esto es sólo el principio de su desintegración, que lo fuerte estaba por llegar. Eso sí, a Grifter le dan su propia serie.
Robinson deja la serie, le había dado a Void más protagonismo, pero tampoco supo qué hacer con el pobre Warblade, que cada vez parece más un drag-queen con casco brillante y coleta.
Resultará que un colega de Grifter, Deathblow, tiene una parte de una llave y los daemonitas están buscando a los ex-miembros de su unidad, el Team 7, con lo que se juntará con viejos amigos que ahora tienen su propio super-grupo, como los Wetworks, que luchan contra vampiros. El carismático supervillano de la primera aventura, Helspont, regresa con su propia llave...
Y para rematar la faena vuelven a aparecer los StormWatch, un supergrupo al servicio de la ONU, creado también por Jim Lee y Brandon Choi con unos guiones bastante sencillos. En este caso sus poderes derivan del paso de un cometa, que causó mutaciones en algunas personas. Vamos, que son mutantes.
Majestic, un tal Union, y Savant (la hermana de Zealot) desentierran la nave en la selva de Nicaragua, pero resulta ser la nave Kerubin. Las llaves dejan de ser importantes, mientras todos los héroes se enfrentan a Helspont y sus soldados, que de todos modos piensan hacerse con la nave.
Lo peor de todo es que contratan como dibujante a Kevin Maguire, un tipo que tal vez hizo algo pasable en los 80, pero que resulta patético en comparación con los habituales de Wildstorm.
En la batalla final el generador de la nave es dañado y la reacción podría destruir la Tierra. Spartan ha sido destruído y Majestic está inconsciente. Sólo Emp podría dar la secuencia de lanzamiento para alejar la nave, pero su amnesia le impediría pilotarla, así que Zealot se ofrece a ir con él. El resto de los WildCATs se ofrece a hacer de tripulación y Void irá con ellos por si puede teleportarlos antes de que explote.
Savant también quiere ir, pero Emp la deja al cargo de la corporación Halo para seguir la lucha. Grifter también se queda en tierra, la nave se aleja, se ve una luz, y pasa una semana sin que regresen. Majestic y Savant los dan por muertos... Es hora de crear un nuevo equipo y de que entre Alan Moore.
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