Recientemente he podido ver esta película de 1933, cuyo título original es "Gabriel over the White House", gracias a teclear "descarga cine clásico" en nuestro buscador favorito.
Busqué esta obra porque soy aficionado al periodo de entre guerras, años 20 y 30, y leyendo sobre lo que Hollywood hacía antes de que se aprobase la censura (el llamado código Hays) descubrí que existía un film en el que un presidente de EEUU convertía el país en una dictadura. Recuerden que estamos hablando de los años 30 y que muchos yanquis veían con buenos ojos a Mussolini y Hitler, y que eran los años de la Gran Depresión. ¿Cómo de terrible sería "El despertar de una nación"? Estaba a punto de descubrirlo.
Si bien les he confesado antes mi afición por la época, debo reconocer que no soy capaz de establecer todo el contexto de 1933 para valorarla en su justa medida. Puedo decirles que Franklin D. Roosevelt es nombrado presidente en este año, pero la peli ya estaría rodada para entonces, y no sé si fue pensada como un dardo en su contra, todo lo contrario, o era indiferente.
El argumento nos presenta a un recién elegido presidente Hammond, un político tópico dispuesto a servir al partido y a sí mismo, dejar que pase el mandato, y hacer más bien poca cosa útil para la sociedad mientras el pueblo sufre la crisis económica. Nada inusual en el cine de la época, en el cine actual, y en los comentarios de barra de bar ("Todos son iguales, uuh"). Tiene un sobrino, tierno infante, que quiere ser gángster de mayor porque ha visto pelis del tema. Y siendo soltero tiene una amante a la que enchufa como asistente en la Casa Blanca. La depravación moral es patente, aunque al menos no está casado.
Pero todo cambia cuando sufre un accidente de tráfico y queda en coma. Un día despierta y empieza a actuar como si fuese otra persona, más enérgica y con un plan de acción. Su amante compara esta transformación con una historia de la Biblia en la que el arcángel Gabriel inspiró al profeta Daniel. Historia que desconozco, y de nuevo pido disculpas por ello a mis estimados lectores.
Por supuesto, el presidente renovado moralmente abandona todo contacto carnal con la señorita, y esta acabará en los brazos de otro asistente. Llegará un momento en que el Congreso se oponga al presidente y debata un "impeachment" para apartarlo del cargo. Momento que el presidente aprovechará para declarar la Ley Marcial y establecer una dictadura. Eso sí, justificada como "democracia de la buena" porque será "un gobierno para el mayor bien del mayor número".
A ver, es que el argumento nos presenta que el presidente de los EEUU es poseído por una entidad sobrenatural y bajo su influjo impone una dictadura. Podría ser una película de terror, o un episodio de "En los límites de la realidad", pero como para los autores la idea de dictadura es algo positivo... Todo va de maravilla desde entonces.El guionista se lo guisa y se lo come, y así bajo la Ley Marcial los parados son contratados por el ministerio de la guerra, los mafiosos detenidos por el ejército y llevados ante un tribunal militar que los fusila al amanecer...
Y se acaban los problemas a base de poner los cojones encima de la mesa. Sí, amigos, parece como si los guionistas escuchasen una mezcla de Losantos y Cárdenas por las mañanas mientras se ponen finos de alcohol mal destilado.
Lo curioso es que todo sucede como si fuera una película de Frank Capra... Me explico, se expone una serie de cosas que suenan a barbaridades si se leen o piensan, pero de forma tal que parecen algo natural y bucólico, un viaje apacible hacia un final feliz. Una fantasía totalitaria en la que sólo mueren los malos, y prosperan los justos.
No esperen diálogos interesantes ni personajes bien desarrollados. Resulta interesante, sin embargo, la aparición del "Ejército de desempleados" que planea marchar sobre Washington al principio de la cinta, liderados por un tal Bronson, al que el presidente Hammond pre-posesión califica de "anarquista", cosa que el tal Bronson niega. Se trata de una masa de ex-combatientes de la Primera Guerra Mundial que están en paro por la crisis. Podría parecer un intento de repetir la "Marcha sobre Roma" de Mussolini, pero en 1932 hubo un "ejército" liderado por un sacerdote católico (James Cox) que marchó desde Pennsylvania a Washington exigiendo al gobierno un programa de obras públicas para darles trabajo y la subida del impuesto de sucesiones al 70% para que los ricos aportasen algo a ese esfuerzo. Cox montó un partido político pero acabó respaldando a Roosevelt. Y el llamado Bonus Army, compuesto por veteranos que exigían unos pagos, fue disuelto por policía y ejército causando notable descrédito para el presidente Hoover y ayudando a la victoria de Roosevelt.
Pero todavía más interesante es el llamado "Business Plot", conspiración denunciada en 1933 para derrocar a Roosevelt mediante un golpe de estado apoyado por una marcha de ex-combatientes de la "Legión Americana" e instaurar un régimen fascista. Así lo contó el general Butler, pero no pudo demostrarlo. Probablemente el plan nunca pasó de la fase de planificación y charlas de bar entre burgueses temerosos de que el New Deal llevase al país al socialismo.
Volviendo a la película, tal vez ustedes se pregunten cómo acaba. Siguiendo con el populismo, el presidente poseso decide que EEUU ha sido demasiado generoso dando dinero a otros países y es hora de exigirles que le devuelvan los préstamos. Para ello organiza una cumbre en un yate, al mismo tiempo que una exhibición de fuerza militar aérea en la que bombardean un barco. Los mandatarios quedan acobardados ante el poder de la aviación y no sólo pagarán sus deudas sino que firmarán una Pax Americana mundial. Y tras la firma el presidente muere, en línea con la tradición dictatorial romana, en la que figuras como Cincinato abandonan el gobierno una vez hecho su trabajo.
En resumen, una película curiosa, no especialmente brillante, y que podría haber sido mucho más enloquecida.
03 febrero 2018
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