15 febrero 2012

Fragmento del terror

Tengo por ahí este texto, pero aunque interesante no puedo garantizar que sea cierto lo que cuenta:

UNA DE LAS HISTORIAS más extrañas y a la vez más melancólicas acerca de una deformidad humana es la de Edward Mordake, de quien se dice que era heredero de una de las familias más nobles de Inglaterra. Sin embargo, nunca reclamó el título, suicidándose a los 23 años. Vivió completamente recluido, rehusando visitas, incluso de miembros de su propia familia. Era un joven de excelentes dotes, estudioso, y músico de notable habilidad. Era de buen porte, y su rostro (su rostro natural, claro está) era comparable al de Antínoo (Favorito del emperador Adriano). Pero en la parte posterior de su cabeza había otra cara, la de una bella mujer 'adorable como un sueño, horrible como un demonio'. El rostro femenino era una simple máscara que 'ocupaba tan solo una pequeña porción de la parte trasera del cráneo, pero que mostraba todos los signos de poseer inteligencia, aunque de un tipo maligno.' Se la veía sonreir y mirar despreciativamente, cuando Mordake lloraba. Los ojos seguían los movimientos del espectador y los labios 'se movían sin cesar.' No se oía voz alguna, aunque Mordake afirmaba no poder dormir por las noches a causa de los horribles susurros de su 'diabólico mellizo', como solía llamarle, 'que nunca duerme, sino que me cuenta contínuamente cosas de las que sólo se habla en el Infierno. Ninguna imaginación puede concebir las terribles tentaciones a las que me somete. Por alguna maldad imperdonable de mis antepasados me veo unido a este demonio, porque estoy seguro de que es un demonio. Os pido y suplico que le destrocéis el semblante aunque yo muera en el intento.' Estas eran las palabras del infortunado Mordake a Manvers y Treadwell, sus médicos. A pesar de estar vigilado, consiguió procurarse veneno, y se suicidó dejando una carta en la que pedía que destruyeran el 'rostro demoníaco' antes del entierro, 'para que no continúe con sus terroríficos susurros en mi tumba'. A petición propia fue enterrado en un páramo, sin lápida ni leyenda que marcara su tumba.


Anomalies and Curiosities of Medicine, por los doctores George M. Gould y Walter P. Lyle, 1896.


2 comentarios:

Doctor Zayus dijo...

El libro existe y es de dominio público gracias al Proyecto Gutenberg:

http://www.gutenberg.org/files/747/747-h/747-h.htm

El párrafo está tal cual, en inglés, pero aparece entrecomillado porque procede de otra fuente.

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Bancario Sectario dijo...

Joder, qué miedo. estoy seguro de que el tipo estaba loco o como mucho tenía un tumor (cerebral?), pero qué miedo lo de la cara esa moviendo los labios, sonriendo y mirando con desprecio. Deberían hacer una película de mierda llena de sustos de ruído con ello.