06 septiembre 2012

Jesús revolucionario

Jesús dijo: “El Reino del Padre es como cierto hombre que quiso matar a un hombre poderoso. Sacó su espada en casa y la hundió en la pared para ver si su mano podía atravesarla. Después mató al hombre poderoso” (Evangelio de Tomás, vers. 98)

Lo anterior pertenece a un evangelio apócrifo (no incluído en la Biblia oficial) que algunos estudiosos consideran más antiguo que los canónicos. El pacifismo de Jesús parece contrastar bastante con la época y situación que le tocó vivir (y vamos a suponer que existió, aunque las pruebas sean escasas, ver Zeitgeist), así que unos pueden pensar que se trata de una prueba de que era enviado de Dios, otros dirán que era muy buena persona, y otros se preguntan si realmente era pacifista o no lo era tanto.

¿Era el Jesús histórico un pacifista o un rebelde violento?

Para dilucidar esta cuestión recomiendo el libro "Vacas, cerdos, guerras y brujas" de Marvin Harris. Si no lo encuentran en librerías ni bibliotecas está disponible en PDF por los canales que ustedes saben.

El libro se propone explicar una serie de enigmas culturales. Explicarlos, dar razones donde otros se encogen de hombros y dicen "Es que eso de las vacas sagradas, o el no comer cerdo, son unas cosas que pasan porque la gente es rara y uno se lo inventó y convenció al resto". Vaya científico el que diga esa parida, ¿no?. Cada enigma conduce al siguiente, así es mejor leerlo entero de principio a fin. Antes de hablar de los mesías viene un capítulo sobre el culto cargo que nos introduce en los conflictos coloniales y su influencia en la religión.

Mesías

Todos los pueblos antiguos (como la mayor parte de los modernos) creían que no se pueden ganar batallas sin la ayuda divina. El rey David, fundador del primer y más grande reino judío, afirmaba tener una relación con el dios judío Yahvé. El pueblo llamaba "mesías" a David, y su vida se tomaba como modelo para futuros mesías; Había nacido en Belén y pasado su juventud como pastor, se convirtió en líder guerrillero en el desierto de Judea y ubicó su cuartel general en una cueva.



Los sacerdotes judíos insistieron hasta la época de Jesús en que Yahvé había establecido una alianza con David y le había prometido que su dinastía no acabaría nunca, pero el reino empezó a desmoronarse poco después de su muerte. Los judíos fueron conquistados una y otra vez, y los libros sagrados enfrentaban una pérdida de credibilidad acusada. La respuesta de los sacerdotes fue echar la culpa al pueblo judío de no haber cumplido las leyes divinas. Pero, si se arrepentían, llegaría el día en que Yahvé enviase otro mesías militar como David para vengar a su pueblo y destruir las naciones enemigas. Sería el final de un mundo y el inicio de otro. El Antiguo Testamento se llenó de profecías militares-mesiánicas:

Mas ese día será para Jehová Dios de los ejércitos día de retribución, para vengarse de sus enemigos; y la espada devorará y se saciará, y se embriagará de la sangre de ellos; porque sacrificio será para Jehová Dios de los ejércitos, en tierra del norte junto al río Eufrates. (Jeremías 46, 10)
Y así todo el tiempo.

El culto del mesías vengativo era producto de una lucha por derrocar un sistema colonial explotador, prometía el fin de unas desigualdades que el dominio extranjero había exacerbado, y gozaba de amplio apoyo popular. Y así llegamos a la época del Imperio Romano.

Los evangelios no exponen apenas nada de la lucha contra los romanos, si los leemos no podemos adivinar que un tiempo tras la ejecución de Jesús, en el año 68, los judíos se rebelasen e hicieran falta seis legiones romanas para aplastarlos.

Vespasiano


La opresión romana había causado un alza en los impuestos y las masas odiaban a la aristocracia de Jerusalén. Los guerrilleros eran llamados "bandidos" y "zelotes". Creían que el mesías derrocaría al imperio, y cometían robos y asesinatos. Ahora se les llamaría terroristas. Vivían en el campo en cuevas y dependían de los campesinos para su alimento y seguridad.

Herodes el Grande comenzó sus servicios a los romanos matando al bandido Ezequías. El historiador contemporáneo Flavio Josefo nos narra sus campañas contra los bandidos. El pastor Atrongeo se proclamó rey (mesías), y los romanos lo mataron primero a él y luego a cuatro de sus hermanos que también eran bandidos. Judas de Galilea apareció despues, Josefo dice que "aspiraba a la realeza" y era "un rabino muy inteligente"; según él los judíos no conocen otro rey que Yahvé y por lo tanto no debían pagar impuestos a los romanos. Si alguien colaboraba con los romanos era tratado como enemigo; le robaban el ganado y quemaban sus casas.

Despues de la muerte de Jesús la cosa siguió adelante. Otro líder bandido llamado Tolomayo fue capturado en el año 44. Poco despues apareció un mesías en el desierto llamado Teudas, sus seguidores abandonaron sus casas y posesiones y se concentraron en masa a orillas del Jordán. El gobernador romano Cuspio Fado envió la caballería para matarlo junto a sus seguidores.

Durante la fiesta de Pascua del 50 un soldado romano se levantó la túnica y se tiró un pedo contra la multitud del templo, los disturbios causaron miles de muertos. En el 52 el bandido Eleazar ben Deinaios casi logra una insurección general. En el 66 los bandidos estaban en todas partes y las legiones romanas dejan un millón de muertos. En el 73 otro bandido llamado Eleazar, descendiente de Ezequías y Judas de Galilea dirige la resistencia en Masada, obligando a 960 hombres, mujeres y niños a matarse unos a otros antes que entregarse a los romanos.



Tampoco ahí acaba la cosa. En el 132 Bar Kochva organiza un reino judío independiente que duró 3 años, y es proclamado mesías por el rabino jefe. Los romanos no habían luchado contra un enemigo tan osado en batalla desde Aníbal, pero acaban venciendo y condenando a los judíos a la Diáspora y a convertirse en lo que fueron durante los siglos siguientes. Leyes especiales en su contra los forzaron a mantenerse unidos. Los romanos asimilaron cientos de pueblos de los que nada se recuerda, pero las leyes anti-judías lograron evitar su asimilación.

El estilo de vida militar-mesiánico provocó la pérdida del reino judío. Pero la revolución fue provocada por las desigualdades fruto del colonialismo romano. Ambas partes fueron a la guerra por razones prácticas, y ganaron los romanos porque tenían un ejército más poderoso. El culto al mesías tuvo éxito como medio de movilizar a las masas en ausencia de un estado que reclutase un ejército formal.

Bien, esto es un pobre resumen, acudir a la fuente original para más datos. Harris concluye en que el culto del mesías vengativo estaba arraigado, lo que hace parecer una paradoja el culto del mesías pacífico. ¿Qué razones podían tener los judíos para suspirar por un mesías pacífico tantos años antes del terror de Masada, cuando la lucha estaba en su apogeo y no habían sido derrotados?

Parece poco lógico, pero la respuesta es muy lógica. Y la veremos en el próximo artículo.

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