04 septiembre 2018

Literatura: El fin de los tiempos

Existe un género literario cuyas historias se ambientan en un futuro lejano en el que todo se acerca a su final, el Sol se está apagando o es una estrella gigante que va a engullir a la Tierra, o el Universo se enfría o está empezando a colapsar en un Big Crunch. Se le suele llamar "la Tierra moribunda" (Dying Earth). Tiene el encanto de lo decadente, de plantearse un mundo en el que ya casi todo lo que tenía que hacerse ha sido hecho, y no tiene por qué ser algo triste (de hecho, puede haber una última explosión de vida antes de que baje el telón para siempre).

La ciencia dice que el sol puede durar 6 mil millones de años más, pero bueno, la literatura dice que todavía habrán personas para ver cómo muere.

A continuación un repaso a tres obras del género: "Zothique" de Clark Ashton Smith, "Los ojos del sobremundo" de Jack Vance, y "Dancers at the End of Time (Los bailarines del fin del tiempo)" de Michael Moorcock.


Zothique, el último continente

El señor Smith, amigo epistolar de Lovecraft y asiduo contribuyente de las mismas revistas pulp, imaginó Zothique como el último continente de la Tierra. Millones de años en el futuro, cuando la deriva continental haya hecho su trabajo y sólo quede una masa de tierra firme similar a la Pangea del pasado remoto, y los restos de la Humanidad hayan dejado atrás la ciencia y regresado a la magia.

Se trata de relatos cortos pensados para las revistas, unidos por su ambientación. Muy recomendable para quien guste del terror fantástico con cierto poso poético, y las colecciones de capítulos sueltos. Buen nivel literario, el autor maneja un lenguaje culto y está bien traducido. Podríamos decir que los cuentos de Smith son como lo que Lovecraft podría haber escrito de dignarse a mencionar el sexo en sus historias y no haber sido capaz de imaginar a sus dioses Primigenios.

Pese a situarse en nuestro futuro no hallamos nada que nos recuerde a una época desarrollada o histórica conocida. Y dada la ambientación arcaica/medieval lo mismo se podría haber ambientado en un pasado remoto, como las historias de Conan el Bárbaro, o en otro planeta.

Poco más se puede comentar. Es un mundo decadente en el que la vida brota con ferocidad regada por la sangre y la podredumbre, con ruinas de imperios, momias, necrofilia, hechiceros, dinastías reales, lujos enmohecidos, necromancia, amantes condenados, zombis enamorados, insinuaciones de necrofilia, vampiros, lamias, más necrofilia, más hechizos y pociones, pastores de cabras, pescadores, caníbales, demonios y dioses extraños.

   El último y más joven de los emperadores de Nimboth era Illeiro, que murió
durante el primer mes de la plaga y había descansado en su gigantesco
mausoleo durante doscientos años antes de la llegada de los nigromantes.
   Obligado con su gente y con sus padres a servir a los tiranos, Illeiro
reanudó el vacío de la existencia sin hacerse preguntas y no había sentido
sorpresa. Aceptó su propia resurrección y la de sus antepasados como se
aceptan las indignidades y maravillas de un sueño. Sabía que había vuelto a
un sol descolorido, a un mundo hueco y espectral, a un orden de cosas en los
que su lugar era simplemente el de una sombra obediente. Pero al principio
sólo le preocupaba, como a los demás, un vago cansancio y una indefinida
necesidad del olvido perdido.
   Drogado por la magia de sus dueños y débil por la larga nulidad de la
muerte, vio, como un sonámbulo, las enormidades a las que sus padres se
veían sujetos.
   Sin embargo, en cierta forma, después de muchos días, una débil chispa
saltó en su mente, empapada por las sombras.
   Como algo perdido e irrecuperable, detrás de golfos prodigiosos, recordó la
pompa de su reino en Yethlyreom, y el dorado orgullo y alegría que le habían
caracterizado en su juventud. Al recordar esto, sintió un vago estremecimiento de protesta, un fantasmal resentimiento contra los magos que le habían traído a esta calamitosa parodia de vida. Confusamente, comenzó a llorar su posición perdida y la lastimera situación de sus antepasados y su pueblo.

"El imperio de los nigromantes".




Los ojos del sobremundo

Es uno de los libros de la saga que da su nombre al género literario (Dying Earth), aunque Zothique se escribió antes. El escenario es similar, con un sol rojo que agoniza, pero donde Smith ponía poesía y tragedia macabra Vance nos ofrece humor y picaresca. Relatos de aventuras en los que el héroe se salva por los pelos con su astucia o consigue acabar sólo un poco peor que antes. Aquí la historia se continúa en lugar de ser un serie de episodios sin relación.

Podría hacer un resumen del viaje al que el Mago Reidor envía a Cugel, pero sería estropearles la diversión. Prepárense para invocaciones de demonios terrestres y extraterrestres, criaturas mutantes, damas en apuros que acabarán en más apuros, estafas de todo tipo, estafadores estafados, pergaminos mágicos, objetos encantados, y religiosos empeñados en el autoengaño más absurdo.
Colgó una pequeña tablilla cuadrada del cuello de Cugel -. Ahora puedes echar a un lado todo temor a morirte de hambre. Un toque a este potente objeto inducirá elementos nutrtivos a la madera, corteza, hierba, incluso ropas viejas.

(...)

No tardó en sentir hambre, y se acordó del conjuro proporcionado por Iucounu. Recogió un trozo de madera arrojado por el mar y lo frotó con la tablilla, esperando verlo transformarse en una bandeja de apetitosos alimentos o un faisán asado. Pero la madera simplemente se ablandó hasta adquirir la textura del queso, reteniendo el olor y el sabor de la madera que ha estado mucho tiempo sumergida en agua salada. Cugel comió, tragando con esfuerzo. ¡Otro punto contra Iucounu! ¡Lo que iba a tener que pagar el Mago Reidor!




Dancers at the End of Time

En este futuro no ha vuelto la magia, pero con millones de años en desarrollo científico la tecnología ha sobrepasado las promesas de cualquier hechicería. Los pocos humanos que viven en la Tierra (quizás otros ya se fueron) son dioses. Controlan la energía de cientos de estrellas que sus antepasados almacenaron, y la manipulan con una palabra o un gesto de sus anillos-computadores.

El Universo se aproxima a su fin de ciclo, y un alienígena visita la Tierra para advertirles. Su deber es ir visitando mundos para darles ese mensaje. En la Tierra lo reciben de forma un poco menos educada que en otros sitios, lo consideran una curiosidad divertida y lo encierran en un zoo. Estos humanos hace milenios que olvidaron la muerte, apenas recuerdan mal la Historia humana (confunden hechos del pasado continuamente, a pesar de tener la capacidad limitada de viajar al pasado), y pasan el tiempo entre fiestas y placeres. Todavía no se había inventado la palabra "transhumanismo" en el año de publicación 1972, pero son una versión muy dopada y sin brújula moral del concepto.

Esta trilogía es la historia de la última historia de amor, entre Jherek Carnelian, que no conoce el significado de la moralidad y Mrs. Amelia Underwood, nativa del siglo XIX que lo conoce todo sobre ella.

En el primer capítulo el protagonista hace un picnic con su madre, la Orquídea de Hierro, que incluye sexo incestuoso. Es natural que la señora Underwood sienta un choque cultural cuando Carnelian intenta cortejarla, siendo tan ajeno a las costumbres de su siglo a pesar de ser considerado el mayor experto en el tema. Por ejemplo, considera que será un cumplido vestirse con la misma ropa que ella.

Moorcock es famoso por su fantasía heroica (sagas de Elric de Melniboné, y otras, escritas a veces con prisas para pagarse el mes de alquiler) pero aquí nos presenta una comedia. Creo que no se ha traducido al castellano, y si intentan leerlo en inglés les aviso de que el nivel es un poco alto.

Jherek acaba viajando al siglo XIX, con los enredos que cabría esperar. Claro, que lejos de su época descubre que sus anillos de poder no tienen energía.

   -Existe, Sr. Carnelian, una cosa que es la institución del matrimonio cristiano. - Su tono, aunque se suavizó, también se volvió un tanto condescendiente. - Un amor como al que usted se refiere sólo está permitido por la sociedad si las dos personas involucradas están casadas.
(...)
   -¿Quiere usted casarse conmigo? - Ella soltó una ligera y fría risa. 
   -Sí. - comenzó a arrodillarse de nuevo. 
   -Ya estoy casada - explicó - Con el Sr. Underwood. 
   -Yo me he casado, también. - dijo él, incapaz de interpretar el significado de su última frase. 
   -No podemos casarnos, Sr. Carnelian. - Se rió de nuevo. - Las personas que ya están casadas deben permanecer casadas con las personas con quienes ya... ah... están casadas. ¿Con quién está casado usted? 
   -Oh. - sonrió y se encogió de hombros. -He estado casado con muchas personas. Con mi madre, por supuesto, la Orquídea de Hierro. Ella fue la primera, creo, siendo la que estaba más a mano en ese momento. Y luego (en segundo lugar, si no primero) con la Señora Christia, la Concubina Eterna. Y con Mi Lady Charlotina. Y con Werther de Goethe, pero eso fue muy poca cosa, según recuerdo. Y más recientemente, con Lord Jagged de Canaria, mi viejo amigo. Y tal vez con otros cien entre medias.

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