Estos días se habla mucho de ponerse a comer insectos, gusanos, cucarachas, y otros bichos.
La FAO ha dicho que somos muchos humanos ya en el mundo y seremos más en el futuro, y que no puede ser que todos coman vacuno. Habría que aprovechar que los insectos tienen proteínas y son comidos por millones de personas en la actualidad. Los medios de comunicación se han hecho eco de esta noticia por su pintoresquismo y añaden que los insectos tienen poco colesterol. En realidad el primer paso sería usar los insectos para alimentar cerdos y otros animales a base de piensos, y luego se trataría de convencer a los habitantes de países desarrollados para que coman lo mismo que los países pobres.
Las noticias suelen eludir que se producen alimentos de sobra en el mundo y que las causas del hambre son económicas. Pero claro, producir carne animal es más caro que producir legumbres y cereales. Sí que podría ocurrir que aunque hubiese alimentos para todo el mundo la carne se convirtiese en objeto de lujo.
El antropólogo Marvin Harris nos habla a menudo en sus libros de la alimentación humana como factor cultural y de adaptación al medio. Dice que no es cierto que los europeos no coman insectos porque los insectos son asquerosos, sino que nos dan asco precisamente porque no los comemos. No es una reacción que esté en nuestros genes sino cultural, y tiene que ver con la facilidad para criar animales que hemos tenido en Europa, mientras que en otros lugares ha sido más complicado y han tenido que recurrir a otros aportes nutritivos.
También trata en una ocasión de la obsesión por comer carne. En la Polonia comunista todo el mundo tenía cubierta su alimentación, pero los nutricionistas habían calculado que una vida sana necesitaba menos carne de la que la población polaca deseaba comer. La carne tiene más prestigio cultural que las alubias, y biológicamente su consumo produce más placer. El resultado fue que los polacos hacían largas colas para que les dieran más carne, y que el bloque capitalista usara fotos de estas colas para decir que el bloque comunista pasaba hambre. En los países capitalistas las colas son invisibles; si alguien no tiene dinero para comprar el producto sabe que no tiene nada que hacer y no se pone físicamente en una cola de abastecimiento.
Va a costar mucha publicidad y control de los medios convencer a la población europea de que comer insectos, gusanos, y cucarachas es bueno. Pero no es descabellado pensar que "Ellos" lo logren, los capitalistas siempre han usado mejor la publicidad y pueden triunfar donde no pudo el gobierno comunista polaco, y con un objetivo más difícil que las alubias. Es más, podrían subir los precios de la carne y crear esas "colas invisibles" de gente que se tendrá que conformar con hormigas fritas en lugar de solomillo. Sólo hay que conseguir primero que suficiente cantidad de gente se acostumbre al escarabajo rebozado para que no estallen revueltas porque la gente no puede comprar un muslo de pollo.
Hace un par de décadas era impensable que se pusieran de moda los piercings, y ahí los tenemos como algo que ya no destaca.
Y que conste que, en lo personal, creo que deberíamos comer menos carne y que tengo curiosidad por probar los insectos como plato exótico. Es sólo que no quiero dejar de comer pollo para que la burguesía tenga su ración diaria de filete.
http://auladefilosofia.net/2008/12/17/marvin-harris/
21 mayo 2013
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2 comentarios:
Otro episodio más de terror vía escasez inducida. A decir verdad, creo que sólo me dolería por el pollo, nunca he sido de cordero ni mierdas de esas grasientas medievales de señores. Llevarán el vegetarianismo al más vulgar mainstream. Por cierto, dr., acuérdese de poner un iconito de esos de RSS feed para que los raritos nos enteremos al instante de sus hallazgos.
Pues para ser informático no me aclaro con lo del RSS, le acabo de poner una cosa pero creo que no he acertado.
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