25 noviembre 2009

Camps, ese hombre

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, pidió este jueves "disculpas" por las declaraciones realizadas en la sesión de control en las Corts Valencianes, en la que estimó que al portavoz del PSPV, Ángel Luna, "le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y, a la mañana siguiente, aparecer yo boca abajo en una cuneta".

Se veía venir. Desde hace tiempo tengo la teoría de que a Camps se le va a ir la cabeza, que tiene una personalidad débil y no va a poder soportar lo que se le viene encima.

Para quien no conozca a Camps: Es el presidente de una autonomía de España llamada Comunidad Valenciana, y tiene esta cara:


Un porte adecuado para un empleado de funerarias. El aspecto perfecto para el encargado de colocar la soga en una ejecución dentro de una película de Sergio Leone. Le falta un sombrero de copa.

Camps es un individuo que acude a entrevistas acompañado de gente que le aplaude. Es posible que no salga de casa sin ellos, y que tenga miedo de llegar a una radio sin nadie que le respalde. Espero que les pague. Se pasa el día rodeado de gente que le dice a todo que sí, que le ríe las gracias, que le dice lo guapo y lo listo que es. Tiene a su servicio una radio y televisión públicas en cuyos informativos aparece glorificado y apenas se menciona a la oposición. Le lamen el culo en diarios locales. Las críticas de la oposición le resbalaban porque sabía que nadie las escuchaba.

De repente su fantasía donde él es el héroe se resquebraja. Le acusan de corrupto, y no sólo esa oposición casi invisible en los medios, sino los medios nacionales. Puede tener en el bolsillo la mitad de medios locales, pero apenas tiene amigos en Madrid. Miles de valencianos van a poder ver a su presidente criticado y ridiculizado por primera vez. Su ego se tambalea, no puede soportarlo. Se le ve cada vez más nervioso.

Aparte corre el rumor de que es homosexual en secreto y lleva una doble vida casado con una mujer. Es muy católico, le llaman "el curita". En las grabaciones del caso Gürtel algunos implicados hablan de lo mucho que Camps quiere a uno de ellos y se ríen de ese amor. Camps le llama "amiguito del alma" en otra cinta. Si todo esto fuera verdad mantener esa fachada de cara al exterior le estará costando un desgaste mental diario. Ya no sabe ni quien es en realidad.

Dicen que lloró cuando Rajoy le obligó a despedir a Costa, y se quejaba de que él nunca ha despedido ni a una asistenta de hogar. No tiene personalidad para ocupar el cargo que ocupa. Y la presión va en aumento. Le denuncian, le investigan, le sacan en la tele para reirse de él. No puede soportarlo y acaba diciendo barbaridades, como esa de que a la oposición le gustaría matarlo.

Esto sólo puede ir a más. No volverá a presentarse a las elecciones, caerá en el olvido, y acabará sus días en una celda acolchada suplicando que alguien le quite de encima los cientos de insectos que le corren por la piel y sólo él puede ver.

El deterioro mental prosigue. Después de conducir un Ferrari y saludar como una fallera, dejando plantado a su partido, se dedica a perseguir por la calle a un chaval que le ha gritado, mientras agita unos papeles enrollados a modo de cachiporra troglodita. La camisa de fuerza cada día está más cerca.

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