30 noviembre 2009

Antes de Hollywood

En los posts sobre Fatty Arbuckle, Louise Brooks, y Clara Bow fui demasiado moderno. Tendría que haber empezado por cosas más antiguas.
La invención del cine se la disputan entre los hermanos Lumiere y el siempre avispado Edison. Aunque este último inventó una máquina individual para ver imágenes en movimiento, y los primeros la proyección con público. Al principio a nadie se le ocurrió hacer con la imagen en movimiento algo distinto de lo que se hacía con la fotografía, y las primeras grabaciones eran de gente paseando por la calle, de trenes, de fábricas, etc. La gente pagaba por verlo porque era una novedad.

Al poco tiempo empezaron a inventarse los gags cómicos. Georges Méliès, un mago francés, compró una cámara para complementar sus espectáculos. Un día estaba grabando las calles de París y se le atascó la manivela durante unos segundos. Al volver a ponerla en marcha siguió grabando, y cuando vió la película descubrió el primer truco del cine: el salto temporal de la grabación hacía que personas y caballos apareciesen y desapareciesen. Lo siguiente fue hacer una grabación en la que un mago hacía aparecer y desparecer personas y cosas.


A partir de ahí empezaron las películas fantásticas, con efectos especiales. Méliès adaptó argumentos de Julio Verne, como el famoso "Viaje a la Luna" en la que disparan un cohete como si fuese una bala. Es el año 1902.

Edison mandó a alguien a Europa a comprar una cinta y luego hizo cientos de copias ilegales para forrarse y arruinar al francés cuando este trató de estrenarla en los EEUU. También creó su propia productora, que hizo varios cortos cómicos sobre cómo debían de comportarse los judíos e inmigrantes, no sea que se lleguen a creer con los mismos derechos que los americanos de verdad. Tiene suerte de que sólo se le recuerde por inventar la bombilla y cuatro cosas parecidas.



Méliès acabó de arruinarse en 1913 y se dedicó a vender juguetes en una tienda hasta que años más tarde fué rescatado del olvido y homenajeado por los cineastas franceses. Menos suerte tuvieron sus películas, muchas de las cuales se han perdido para siempre.

Edwin Porter, un empleado de Edison, inventó las transiciones de una escena a otra y empezó a editar las películas en lugar de rodar una escena tras otra como hacía todo el mundo. Su gran éxito fué un asalto al tren al estilo Wild West, y otro corto sobre unos bomberos rescatando gente de un piso.

Se hacían miles de cortos que no han sobrevivido y había docenas de productoras. Todo se estaba inventando a partir de cero. La iluminación, los cartelitos que van contando la historia, el flash-back, el punto de vista subjetivo, el plano-contraplano, el primer plano...

 En 1907 D. W. Griffith fué a venderle un guión a Porter. No se lo aceptó, pero le dejó salir como extra en una producción, y poco a poco se fué convirtiendo en director. A partir de 1914 se convenció de que las películas con argumento podían ser económicamente productivas, aunque los productores del momento pensaban que una película que durase una hora podría dañar los ojos de los espectadores.



Y así fue como en 1915 Griffith rodó "El nacimiento de una nación", una historia épica sobre la Guerra Civil Americana y la posguerra en la que los esclavos negros (actores blancos pintados de negro) se dedican a atacar a los pobres blancos que los habían estado cuidando con tanto cariño todos estos años. Así que el protegonista decide fundar el Ku Klux Klan y dedicarse al linchamiento para mantener el orden natural de la sociedad.

La película fué un éxito de taquilla. También levantó muchas críticas, tantas que Griffith contraatacó con "Intolerancia" (los intolerantes eran los que no toleraban su cine, por supuesto), una mastodóntica producción de 3 horas. Esta vez el público estuvo de acuerdo en que tantas horas de cine eran malas para la vista y la película fracasó. Como era la más cara de la historia provocó la bancarrota de Griffith y sus estudios.

Eso sí, sus técnicas narrativas hicieron avanzar el cine.

Bueno, y en medio de todo esto la producción se movió de New York a Hollywood. En Europa y resto del mundo también se hacía cine, por supuesto, y como era mudo no había que doblarlo, por lo que era normal que en todas partes se viese cine de todas partes y además los actores no necesitaban saber idiomas para trabajar en otros países.

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